La briza fina
mi kra rasguña, cual uña d gato.
Dispara esquirlas la bruma.
C me niega una sonrisa amarilla.
La briza fina
mi kra rasguña, cual uña d gato.
Dispara esquirlas la bruma.
C me niega una sonrisa amarilla.
O1-jul-o8
Ansia
Quiero ser audaz, probar más que más,
Echar un vistazo allá,
Portarme altivo ante un mundo autómata,
Que me azota hasta dejarme aturdido.
19-mayo-2oo8 o5:oo hrs.
¿Me desperté desnudo? o me desnude para poder despertar.
Le refleja en el rostro una luz morada, gira a su alrededor y no hay nada, cae en la cama y el sueño embriaga, su mirada se clava en la ventana y una flor suplica ser regada. Busca su patraña para dejar de respirar por la nariz y comenzar a respirar poquito y por la boca, y una esquirla de intención clavada en el pecho, le anuncia que su fin llegara pronto.
Mira su reloj de pared, no le sirve de nada, su reloj nunca ha servido.
-Ya recordé, me dolía la cabeza.
Le duele la cabeza, una luz morada le da en la cara, esta ebrio y el ansia le comienza a devorar el alma.
-Hoy me doy cuenta, ¡la vida es aburrida!
Dormir siempre le ha parecido un lujo, se sorprende hipócrita y deja que el alcohol hable, pierde la mirada en la pared y se estampa de un frentazo contra el mismo, habla, habla, habla y un chorrito constante de mierda se escurre entre palabra y palabra. Entre el sueño y la imaginación, él se mira en la bifurcación un camino, al ver cuáles son las dos flores que marcan la pauta para elegir un rumbo, no pudo más que sentarse a llorar en el banco de su habitación. A la izquierda un camino lleno de capuchinas, por la derecha uno de elegantes orquídeas, negándose a escoger, se abre paso entre orquídeas y capuchinas, trifurcando así el entronque, jugando a tenerlo todo, a disfrutar ambas flores.
Abre los ojos y está en su cuarto, un poco ebrio y llorando.
Abre los ojos y está en su cuarto un poco drogado.
Abre los ojos.
-Ya me acordé, iba a escribir un cuento, por eso estoy despierto, por eso tengo esta libreta enfrente, pero ahora estoy cansado, ¡dormiré!
No soy de lo que mi esperan,
peso como cadena,
no estoy para la pena,
peso como mis palabras contaminan,
no me voy porque nadie me espera,
peso, y tomo la vida ligera.
Me escapo,
me escondo,
me espanto,
enciendo una pequeña hoguera,
luz de noche me marea.
No soy estereotipo,
peso al no ser sincero,
no estoy para carnicero,
peso y no puedo salir del agujero,
no me voy porque me muero,
peso y a veces lloro…
Mortal y fastidiado camina por la calle, resbala con una cascara de limón quemado que yo tire y queda de rodillas frente a una muñeca de porcelana con vestido rosa, piensa que es hermosa, y lo es, la pone la pone en el quicio de la ventana a luz de luna y estrellas, esperando que así la muñeca se cargue de sueños.
Hoy no tomo café, el sueño le come los parpados y la conciencia se le escapa como murciélago por la ventana, al despertar tiene los ojos hinchados y llenos de sal.
Caminando por la calle, resbala con una salchicha quemada que yo tire, y cae de rodillas frente a una muñeca de porcelana piel de avena, la lleva a casa y le pone a dormir a luz de luna y estrellas, y al despertar, la ansiedad no le permite esperar a tomar café.
Camina y resbala, las historia de siempre, esta vez con un tomate quemado que yo tire, de rodillas mira a una muñeca-gato, apenas la pone en el quicio de su ventana, cae de sueño sobre su cama, al despertar los ojos hinchados, el cuerpo insensible, y la ansiedad le devora.
Sala a caminar desnudo, camina hasta que los pies le sangran pues no quiere volver a caer, fatigado se vuelve a encontrar a gatas pero esta vez de frente a dos muñecas.
Se rinde ante cinco muñecas en una habitación vacía, noche a noche mira largo rato el quicio…